Operador de dispositivos médicos
Es uno de los empleados de Ophtec que más tiempo lleva en la compañía. La compañía se había fundado hacía tan solo cinco años cuando Eli Nahumury empezó a trabajar allí en el año 1988. “Un novato, de apenas veinte años”, dice Eli riéndose. “Todavía en pañales”. Pero Anneke Worst, fundadora de Ophtec, vio algo en Eli. Un chico joven y decidido. Acababa de terminar su servicio militar. Estaba deseoso por aprender. Con los años, este novato ha crecido hasta convertirse en un trabajador de producción experimentado. Ha visto crecer Ophtec de un negocio familiar local a una compañía internacional. “¡Y estoy muy orgulloso de ello!”
“Echando la vista atrás, es increíble cuánto ha cambiado todo en los últimos treinta y cuatro años”, afirma Eli. “No había máquinas. Éramos pocos y lo hacíamos todo a mano. Pero éramos un equipo”. Cuando había mucho trabajo, Anneke Worst venía a la sala de producción a echarnos una mano. “Nos quedábamos ahí hasta bien entrada la noche poniendo etiquetas”, recuerda Eli. “Fue un esfuerzo de equipo. Todos trabajábamos juntos para sacar el trabajo adelante”.
Según Eli, eso sigue siendo válido hoy en día. “Aunque hemos crecido mucho, todavía parece una familia. Todos nos conocemos y estamos ahí los unos para los otros”. La mayoría de los procesos se han automatizado en los últimos años. Hoy en día el trabajo es más mental que físico. “A eso me costó un poco acostumbrarme”, admite Eli. “Lo que hago no se puede aprender en la escuela. Todas las máquinas han sido desarrolladas especialmente para Ophtec. La única manera de aprender es haciendo. En este sentido también nos apoyamos mutuamente”.
Actualmente, Eli se asegura principalmente de que la primera parte del proceso de producción se desarrolle sin problemas. En cualquier momento, puedes encontrarle procesando nuevos pedidos, calibrando lentes o solucionando fallos de funcionamiento. Siempre está ocupado. “Tengo que estarlo; si no saco el trabajo adelante, el resto de la planificación de producción también se descontrola”. Un cargo de responsabilidad. Y bastante estresante también. “Sí, tienes que ser capaz de soportar la presión”, asiente Eli. “Pero después de tantos años no me parece estresante. He pasado por mucho y ya no me estreso con tanta facilidad”.
¿Aún disfruta de su trabajo después de más de treinta años? “¡Sí, sin duda!” Eli se ríe. “Claro, a veces puedes tener un mal día. Pero aun así me gusta ir a trabajar. Todavía lo siento como un desafío y sigo aprendiendo cosas nuevas”. La variedad en el trabajo, las oportunidades de desarrollo y la libertad para planificarse la jornada son factores importantes para su satisfacción laboral, según Eli. Pero mucho más importantes son las personas. “Nuestro equipo trabajamos muy de cerca durante toda la jornada. Si no nos llevamos bien, las cosas no funcionan. Literalmente y en sentido figurado. Los grandes compañeros crean un gran lugar de trabajo”.
Tanto si tratas con un empleado de la cantina como con el director general, las líneas de comunicación son igual de cortas. Y al grano. “Todos nos apoyamos mutuamente”, asiente Eli. “Todos sabemos que la vida no siempre va según lo previsto. Pero si te ocurre algo en tu vida, la gente lo entiende. Incluso el director general se te acercará personalmente para preguntarte cómo va todo”. Eli ha trabajado a jornada completa para Ophtec durante treinta y cuatro años. Pero cuando nació su primer nieto, quería tener un día libre para dedicarlo al “día de abuelo”. “Me dieron todo su apoyo”. Según Eli, la salud y la felicidad siempre han sido una prioridad en Ophtec. “Sin duda no es así en todas partes”.
Después de treinta y cuatro años, Eli todavía sigue al pie del cañón. “Hay una razón por la que llevo tanto tiempo trabajando en Ophtec”, se ríe. “Si una compañía se porta bien contigo, tú también te portas bien con la compañía. ¡Hasta los cuarenta!”
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